como si fuese el último

Y si hay también una cosa : cuidado con las vacas !

Hirzer. Hirzer, este nombre aparece en las cabinas de los años 70 y tenemos el tiempo de verlo bien mientras hacemos esta cola interminable bajo el sol. Seguimos alucinados, sin embargo, por este pueblo de doble lengua, y apreciamos en la fila esta singular y natural biculturalidad.
Una subida directa de 1500 metros que nos recuerda el potencial que tienen nuestras piernas, pero que hoy no usamos.

1500 metros más alto nos sentíamos aún muy pequeños mirando la cima. Empezamos a caminar con los ojos grandes abiertos buscando una manga de viento... arriba de las vacas hay una! Nos regocijamos con nuestro hallazgo y en soledad, empezamos a prepararnos, en un ambiente seco de alta montaña. Pero de pronto, una figura frágil apareció. Erich, sabía todo sobre estas montañas. Nos enseñó con paciencia lo que necesitábamos: dónde despegar, cómo aterrizar, dónde volar en este sitio. Estamos más que listos para volar con todos estos consejos. Pero Erich volvió con otro consejo importante! Cuidado con las vacas! En esta montaña hay vacas locas que atacan a los pilotos y se meten en las velas... qué cosa extravagante, pensamos adentro nuestro. Este piloto debe estar exagerando alguna leyenda local para impresionarnos...

Despegue en Hirzer

Otros parapentistas llegaron. Nos estábamos preparando cuando bajaron de la montaña 3 vacas. Lentamente. Y cuantos más se aproximaban, más se ponían locas. Pateando como los caballos en nuestra dirección. Las vacas del Hirzer
celosas de los pilotos de parapente entraron en escena! Inmovilizados, vimos la acción inmediata de nuestro héroe alemán Erich, o italiano, austríaco, que se yo. Con su técnica ancestral espantó a las vacas asesinas a los aplausos. Hermosa lucha de territorio antropocentrista. 

 

Anita, prega per noi

Liberados, disfrutamos de las generosas térmicas para llegar a las nubes entre las rocas afiladas. Solo una fiel servidora de dios podía abrirle los cielos a Jérémie. Anita, nuestra mejor vecina había hecho su trabajo. Fate parapendio? prego per voi.

 

En el aterrizaje charlamos con Erich. Su consejo fue que volemos en el valle del Ultimo. El plan está bueno. Vamos. Y solamente paramos si hay una fuente o un vendedor de frutas. Cumplimos con nuestra premisa y nos cargamos de agua de la madonna santa y cerezas frescas. 

 

El valle del Ultimo, último qué?

Último suspiro, cuando atravesamos ese pueblo colgado lleno de muertos y flores.
Último lago, cuando divisamos ese lago infinito que terminaba en el cielo.

San Pancrazio

Última mirada en este paisaje estupendo antes de dormir en el aterrizaje frente al lago. Armar nuestra carpa en este lugar fue un regalo, quizás un regalo de Erich para nosotros. Preparamos nuestro bivouac con respeto, inspirados por la calma y la grandeza del campo y del lago y de la montaña. Casi como una ceremonia de agradecimiento.

Zoggler Stausee

En las cerezas del desayuno se sentía la emoción del día. Pulpa. Dulce. Nubes también. Charlamos con el tipo de abajo del funicular. Charlamos con el tipo de arriba del funicular. Ya estamos en un lugar maravilloso.


 

Aparición entre la nubes 

Despegue en Ultental

Subimos. Preparamos. Despegamos. Empezó la magia. Térmicas compartidas, campos verdes, rocas, cimas, nubes, sonrisas, juegos en dinámica sobre la chiesetta. Pero el momento mítico llegó cuando vimos la vela, su vela: Erich estaba en el aire volando con nosotros.

 No vimos el legendario Cevedale porque Anita le pidió a dios un ambiente místico para nosotros. Así, la nubes se encargaron de enrollarse con delicadeza alrededor de la cimas del valle. Después de una hora encantadora nuestros dos parapentes dejaron una huella en el viento en la dirección del lago.

 


Nuestro servidor del fin de semana nos esperaba en el aterrizaje para seguir contándonos historias. Un toque rápido de un bolsillo nos hizo sentir que un parámetro iba a influenciar levemente el desarrollo de las siguientes horas.


No keys, no cheese 

Caminamos una hora en diez metros cuadrados. Ahora podemos empezar a ver la evidencia. No vamos encontrar estas llaves perdidas no sabemos cuando. Probablemente en vuelo. Probablemente nunca lo sabremos. 

No mortandela, no local tomatoes, no cherries, no cheese. 

Regreso a casa gracias a una bella combinación de transportes públicos, troppo facile.

Un auto abandonado, unas llaves ignoradas.






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